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lunes, 23 de septiembre de 2013

Veleta

Viento del Sur, moreno, ardiente, llegas sobre mi carne, tiayéndome semilla de brillantes miradas, empapado de azahares. Pones roja la luna y sollozantes los álamos cautivos, pero vienes ¡demasiado tarde! ¡ya he enrollado la noche de mi cuento en el estante! Sin ningún viento, ¡hazme caso! gira, corazón; gira, corazón. Aire del Norte, ¡oso blanco del viento! llegas sobre mi carne tembloroso de auroras boreales, con tu capa de espectros capitanes, y riyéndote a gritos del Dante, ¡oh pulidor de estrellas! pero vienes demasiado tarde. Mi almario está musgoso y he perdido la llave. Sin ningún viento, ¡hazme caso! gira, corazón; gira, corazón. Brisas, gnomos y vientos de ninguna parte. Mosquitos de la rosa de pétalos pirámides. Alisios destetados entre los rudos árboles, flautas en la tormenta, ¡dejadme! tiene recias cadenas mi recuerdo, y está cautiva el ave que dibuja con trinos la tarde. Las cosas que se van no vuelven nunca todo el mundo lo sabe, y entre el claro gentío de los vientos es inútil quejarse. , ¿Verdad, chopo, maestro de la brisa? ¡es inútil quejarse! Sin ningún viento, ¡hazme caso! gira, corazón; gira, corazón.

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